Menos ideología, más institucionalidad

"El Cohep pide estabilidad y continuidad en políticas públicas para fortalecer la seguridad jurídica, atraer inversión y promover un desarrollo sostenible en Honduras"

  • 09 de junio de 2025 a las 00:00

Mientras los políticos se glorifican por aparecer mejor ubicados en las papeletas, el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep) ha puesto sobre la mesa un debate crucial para el desarrollo del país: la importancia de garantizar la vigencia y continuidad de las políticas públicas como pilar fundamental para mantener la estabilidad del Estado de derecho.

Su postura, lejos de ser un mero reclamo sectorial, refleja una preocupación legítima por la seguridad jurídica y la transparencia que todo Estado debe ofrecer para atraer inversiones, generar empleo y fomentar el crecimiento económico sostenible. Además, busca generar espacios de cooperación estratégica y funcional, rendición de cuentas y algo que tanta falta hace para que el engranaje gubernamental evolucione: facilitación administrativa.

En un contexto donde la incertidumbre normativa ahuyenta capitales y desincentiva la actividad productiva, el Cohep señala un principio básico de cualquier democracia funcional: la necesidad de establecer reglas claras que permitan planificar a largo plazo.

Si cada cambio de gobierno trae consigo una reversión abrupta de leyes y regulaciones, la confianza en las instituciones se debilita y el progreso se frena. La perdurabilidad de las políticas públicas no busca blindar intereses particulares, sino asegurar que las reformas -cuando sean necesarias- se den dentro de un marco de diálogo y consenso, nunca por imposición o capricho político.

Honduras ya no puede soportar propuestas desechables; lo que se necesita son ideas genuinas y no meras consignas hipócritas.

El país no puede permitirse el lujo de caer en ciclos de experimentación legislativa, donde proyectos clave son abandonados o reinventados según la ideología del gobernante de turno. Ejemplos abundan: desde incentivos fiscales mal implementados hasta regulaciones laborales que, por falta de continuidad, terminan perjudicando tanto a empleadores como a trabajadores. El Cohep no pide inamovilidad, sino coherencia institucional. Un país que cambia sus reglas cada cuatro años no solo desalienta la inversión, también condena a su población a la precariedad.

El llamado de la empresa privada debería ser visto como una oportunidad para construir acuerdos que trasciendan los ciclos políticos. La estabilidad no es sinónimo de estancamiento; al contrario, es la base desde la cual se pueden impulsar reformas profundas con sustento técnico y participación multisectorial.

Si Honduras aspira a reducir su pobreza y desigualdad, necesita políticas de Estado -no de gobierno- en áreas clave como educación, infraestructura, inversión y competitividad.

El debate planteado por el Cohep no es sobre privilegios, sino sobre gobernanza responsable. La alternancia en el poder es saludable para la democracia, pero la volatilidad normativa es su enemiga.

Honduras requiere un equilibrio entre renovación política y continuidad administrativa, donde las prioridades nacionales prevalezcan sobre los intereses partidistas. Solo así se podrá hablar de un verdadero Estado de derecho.

La ciudadanía está harta de promesas incumplidas. Sin embargo, la clase política sigue actuando con impunidad, repartiendo cargos por lealtad y no por capacidad, y tomando decisiones basadas en intereses electorales y no en evidencia técnica. No habrá desarrollo sin meritocracia, sin instituciones fuertes y sin una rendición de cuentas real.

Honduras no necesita más planes de gobierno decorativos, sino gobiernos que actúen con responsabilidad. Basta de culpar a factores externos; deben asumir su responsabilidad histórica.

Deben priorizar la educación técnica, la transparencia fiscal, la rendición de cuentas, el combate a la corrupción y la inversión en tecnología. Es fundamental que entiendan que el desarrollo no se mide en fotografías de inauguraciones, sino en reducción de desigualdad, empleo digno y acceso universal a servicios básicos.

El momento de actuar es ahora.

Cada año perdido en mediocridad política es una generación sacrificada.

Honduras merece más que discursos, merece un futuro.

Aún estamos a tiempo, pero nos queda muy poco.

Te gustó este artículo, compártelo
Últimas Noticias