Tegucigalpa, Honduras.- La hipertensión arterial no duele, no se ve y avanza sin avisar, lo que la convierte en una de las amenazas más graves para la salud, capaz de deteriorar órganos vitales sin dar señales.
Por ello, en el marco del Día Mundial de la Hipertensión, urge desmontar los mitos que rodean esta condición que, según la OMS, afecta a más de 1,280 millones de personas en el mundo y que en Honduras afecta a una de cada tres personas, y que, mal entendida o mal tratada, abre la puerta a derrames cerebrales, daño renal irreversible e infartos.
“El primer mito que debemos erradicar es que la hipertensión es una enfermedad de adultos mayores. No lo es. Hoy sabemos que hay un número creciente de jóvenes con cifras elevadas de presión arterial, en muchos casos sin diagnóstico ni tratamiento”, advirtió el médico David Ávila.

Diversos estudios —como The Lancest Regional Health (2023)— confirman esta versión. Otra creencia común, según el entrevistado, es que si no se presentan cefáleas, no hay problemas con la presión arterial.
No obstante, “el 85 % de los pacientes hipertensos no presentan síntomas. Lo que hay es un daño silencioso, progresivo, que va comprometiendo órganos diana como el corazón, los riñones, los vasos cerebrales y la retina”, señaló el especialista.
Por otra parte, es preciso recordar que la hipertensión es una condición crónica. No se cura, pero sí se controla.

“Interrumpir el tratamiento porque ‘la presión está bien’ es un error frecuente y grave. Un metaanálisis reciente arrojó que los pacientes que suspenden sus fármacos tienen un 34% más de riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares mayores en los siguientes seis meses”, citó Ávila.
El control riguroso de la hipertensión arterial salva vidas. La automedición en casa —con tensiómetros validados y registros constantes— permite un seguimiento más preciso que evitará sorpresas desagradables a mediano y largo plazo, concluyó el entrevistado.
Opciones naturales
Muchos pacientes optan por remedios caseros o productos ‘naturales’ creyendo que son seguros. Sin embargo, “el problema es que algunos suplementos herbales pueden elevar la presión, interferir con los antihipertensivos o producir efectos adversos”, advierte el especialista.

Ejemplos como el regaliz, la efedra y ciertos preparados de ginseng han sido asociados a crisis hipertensivas en la literatura médica, añadió Ávila.